El establecimiento y manejo de las áreas naturales protegidas es también parte importante del desarrollo sostenible. Estas áreas son porciones de nuestro planeta, terrestres o acuáticas, en donde el ambiente original no ha sido esencialmente alterado por el hombre, y que están sujetas a regímenes especiales de protección.

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Al contrario de la opinión generalizada, las áreas protegidas no necesariamente tienen que permanecer intocables, ni quedar aisladas de las actividades sociales y económicas; puede fomentarse en ellas el aprovechamiento y la extracción de recursos, según las características particulares de cada área. Sin embargo, es importante señalar que este uso debe estar estrictamente regulado y supeditado a los objetivos de uso indirecto.

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La modificación del medio natural ha fragmentado el terreno en bloques separados por carreteras, ciudades, campos agrícolas, plantaciones forestales, minas y muchas otras barreras artificiales, además de haber degradado su valor como hábitat y su funcionalidad.

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Esta tendencia no promete cambiar en el futuro, por lo que si se quieren conservar nuestros recursos naturales, debemos considerar que en realidad solo una pequeña fracción de los hábitats del mundo sobreviven como áreas naturales o seminaturales.

Las áreas naturales protegidas pueden definirse como aquellas porciones de nuestro planeta, terrestres o acuáticas, en donde el ambiente original se conserva mínimamente alterado por el ser humano y que están sujetas a regímenes especiales de protección.

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En la actualidad, a nivel mundial, cerca de 4.25 millones de km2, o bien cerca de 2.8% de la superficie terrestre, son áreas naturales protegidas.

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El proteger y conservar las áreas naturales protegidas (ANP) tiene varios propósitos; el principal es que estas sirven como bancos biológicos para el futuro. Las ANP conservan la diversidad biológica y los procesos biológicos inherentes de la naturaleza, los cuales podrían perderse si continua la degradación del medio ambiente. Su importancia no es solo potencial, pues las ANP también regulan el clima, protegen recursos culturales, permiten la recreación, la educación y la investigación científica, así como otros usos directos.

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Las ANP cumplen con diferentes funciones según el objetivo o nivel de conservación que tengan:

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• La primera es la conservación de ecosistemas extensos y funcionales.

• La segunda es la conservación de la diversidad biológica.

• Otra función es la conservación de especies particulares o de grupos de especies de interés, como aquellas que se encuentran en peligro de extinción.